La importancia de las Buenas Prácticas Agrícolas – BPAs
Desde la aparición de los pesticidas químicos o sintéticos, la concepción de la agricultura cambió, haciendo que la dependencia hacia éstos sea cada vez mayor. Los pesticidas constituyen agentes químicos y orgánicos que se han creado para reducir, controlar, mitigar y/o eliminar una determinada plaga animal / vegetal que pueda causar daño a una determinada actividad productiva del hombre. Ahora bien, un inadecuado uso de pesticidas químicos y largas horas de exposición a los mismos desencadena enfermedades agudas como jaqueca, mareos, espasmo muscular, debilidad, sensación de hormigueo y nauseas; y enfermedades crónicas como de problemas a largo plazo en fertilidad, en hígado, sistema nervioso central, y hasta cáncer. Entendamos ahora la importancia de las Buenas Prácticas Agrícolas.
Es lamentable, palpar de primera mano, que los agricultores campesinos, en Ecuador, Perú y el resto de América Latina, han interiorizado en su cultura el uso de los pesticidas (plaguicidas) llamándolo como “el remedio” de las plantas. Esta apropiación de la cultura o “embodiment” hacia el consumo de los agroquímicos viene cogido de la mano de una estrategia de “tecnificación del campo y modernismo barato” que se vendió al campesino desde la revolución industrial en los 70s y que gracias a las herramientas de marketing y un débil control y vigilancia por parte de los Estados durante las décadas de los 80s y 90s (en plena época neoliberal) fue que la industria de los agroquímicos supo diseminar sus raíces y afianzarse como uno de los principales aliados para producir en campo.
Ahora bien, se observa que, para el año 2025, según las estadísticas, la población mundial alcanzará los ocho mil millones de habitantes, siendo el suministro alimentario para esa población creciente un reto para la agricultura.
Actualmente, se están desarrollando nuevas técnicas basadas en biotecnología para aumentar la productividad y tratar de atender las necesidades de alimentos para futuros años; no obstante, a pesar de los beneficios de la productividad y mayor calidad de ciertos productos, todavía queda por resolver temas relacionados con el posible impacto ambiental, las consecuencias de los transgénicos en la salud humana, y el uso irracional de pesticidas.
La falta de proyectos que focalicen de manera adecuada el aumento de la producción agrícola sin descuidar problemas como la pobreza, la degradación de los recursos naturales, y la baja calidad e inocuidad de los alimentos especialmente en los mercados internos en América Latina nos hace vulnerables y menos fuertes para enfrentar el desafió de la globalización.
De hecho, según Jacques Diouf, Director General de la FAO (2007), “a pesar de un crecimiento económico mundial sin precedentes, 1100 millones de personas todavía viven en una extrema pobreza y más de 850 millones padecen de hambre crónica, mientras los ecosistemas están más amenazados que nunca. La reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental se han colocado a la cabeza de unos programas internacionales de trabajo apretados.”[1] Es preciso diseñar de manera prioritaria estrategias y estilos de desarrollo en concepción de la sostenibilidad, que correlacionen equitativamente los intereses macroeconómicos con los socioculturales y ambientales, sin dejar de lado el tema de sus de recursos (diversidad).
En las décadas de los 70`s -90`s la agricultura incorporó nuevas tierras a la producción degradando los recursos naturales, especialmente por la tala indiscriminada de árboles, y el uso excesivo de agroquímicos. De hecho, “el sector de la producción rural jugó un papel esencial en el modelo de industrialización por sustitución de importaciones, en la medida que, con diferencias entre los países, se constituyó en un productor importante de alimentos básicos y de algunos rubros significativos de exportación.”[2] No obstante, el pequeño agricultor campesino ha sido uno de los más olvidados junto al problema medio ambiental en este proceso de globalización. Es más, “el impacto más directo sobre los pequeños productores agropecuarios proviene del desmontaje de las políticas sectoriales y de las organizaciones encargadas de prestar apoyo a los agricultores.”[3]
Actualmente, se estima que en América Latina existen cerca de 750 millones de hectáreas de suelo agrícola disponibles, de las cuales el 33% han sido degradadas debido a su uso inadecuado. Como consecuencia, hoy contamos con un alto porcentaje de aguas contaminadas, la pérdida de biodiversidad va en aumento, y cada día la agricultura se ha vuelto expansionista por la pérdida de suelos. Se puede afirmar que numerosos países de América Latina están próximos a llegar al límite máximo de su frontera agrícola por lo que es urgente regenerar espacios degradados o contaminados anteriormente.
Ahora bien, estos antecedentes representan un desafió para los especialistas y profesionales en agricultura y desarrollo rural debido a que la demanda por alimentos se duplicará en las próximas 3 décadas y por la consiguiente presión por incrementar significativamente la producción dejando de lado la sostenibilidad de los ecosistemas.
Actualmente, las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), más que un atributo, son un componente de competitividad, que permite al productor rural diferenciar su producto de los demás oferentes respecto a mejores precios, acceso a nuevos mercados, estandarización de los procesos productivos, reducción de costos por inadecuado uso de fertilizantes y pesticidas, cuidado del medio ambiente y velando por la salud y seguridad ocupacional del agricultor.
Se puede decir que las BPA[4] son una herramienta que tiene como propósito lograr un manejo adecuado de las explotaciones agrícolas, tomando como base la higiene e inocuidad de los alimentos, la seguridad de las personas y el medio ambiente. La higiene e inocuidad están relacionadas con identificar los peligros físicos, químicos o microbiológicos que pueden insertarse al producto agrícola en las diferentes fases o etapas de su producción; mientras que, la seguridad de las personas abarca no solamente a los consumidores, sino también a todas aquellas gestiones necesarias para velar por salud y seguridad al momento de realizar los trabajos agrícolas en campo. Por último, la hablar de medio ambiente, se refiere a la protección del agro ecosistema estableciendo un integrado de cultivos y de plagas, un cuidado por la agro biodiversidad, y el cuidado de la vida silvestre en el campo (su flora y su fauna)
El Término Buenas Prácticas Agrícolas -BPA- (Good Agricultural Practices -GAP-) comenzó a difundirse mundialmente desde el año de 1997, cuando por iniciativa de los principales supermercados europeos se creó la normativa EurepGap (Actualmente GlobalGAP). Las BPA se fundamentan en obtener productos agrícolas frescos que no afecten la salud del consumidor, que durante su cultivo no se deteriore el medio ambiente y se asegure el bienestar laboral del agricultor.
Ahora bien, una vez claro, tanto la definición de BPA, como el panorama mundial agrícola, cabe mencionar que… “una reforma de políticas macro pueden acarrear efectos positivos sobre la actividad agropecuaria de los pequeños productores, al eliminar las distorsiones anti agropecuarias que las caracterizaron durante el período de industrialización sustitutiva…Sin embrago, la política comercial abre mayor incertidumbre en el comportamiento de los mercados y las posibilidades de competencia desleal y dumping en muchos rubros de la producción campesina.”[5]
Una de las alternativas para minimizar esta competencia desleal en el campo es la agricultura por contrato. Es más, “a medida que ésta va adquiriendo mayor importancia, los gobiernos quizás deban reasignar recursos de desarrollo para su promoción.”[6] Como por ejemplo, en la India para “el 2000 al menos 27 empresas habían establecido relaciones contractuales con agricultores.”[7] De hecho, cuando los agricultores se organizan en asociaciones, cooperativas o grupos, “los gobiernos pueden jugar un papel importante desarrollando actividades para fortalecer la habilidad administrativa de estas organizaciones.”[8] De hecho, “el estado y las políticas públicas deben jugar una papel importante que incentive los relacionamientos a través de: el establecimiento de estímulos tributarios para aquellas empresas con enfoque de responsabilidad social dirigida a Pequeños Productores Agrícolas (PPA);…la dotación de bienes públicos fundamentales como el control fitosanitario, la generación y transferencia de tecnología,…entre otros.”[9]
Sin embargo, no sólo consideraciones sociales deberían ser contempladas dentro de la agricultura por contrato. De hecho, según la FAO (2001) en Contract Farming…“…consideraciones ecológicas combinadas con prácticas agrícolas deberían tener un rol importante en la agricultura por contrato; no obstante, aunque la sustentabilidad de los agro ecosistemas esta relacionada con los ambientes físicos y sociales usualmente ésta recibe poca atención por parte de los agro negocios y los gobiernos…Deforestación, agotamiento de fuentes de agua, y degradación del suelo son las mayores preocupaciones que acompañan el desarrollo agrícola.”[10]
Es más, los agro negocios “frecuentemente están interesados únicamente en los cultivos; mientras que, los campesinos usualmente manejan múltiples cultivos, por lo que se debe tomar en cuenta esto cuando se evalúa el valor de la agricultura por contrato.”[11] Ahora bien, es importante mencionar que en los países en desarrollo raramente se hacen cumplir las leyes medio ambientales o leyes que controlen el uso de la tierra. De hecho, aunque “la legislación en el tema medio ambiental en estos países incluye por lo menos 25 Actas relacionados a políticas ecológicas, y existen al menos 14 gobiernos y entidades paraestatales que administran el tema medio ambiental, sus impactos y resultados han sido negligentes”[12]
Como consecuencia, es “económica y éticamente imperativo”[13] que los patrocinadores y responsables de la agricultura direccionen y manejen adecuadamente el tema medio ambiental, que por lo general se ha visto degradado dentro de la mayoría de los agro-ecosistemas. Ahora bien, mientras no se cambie el panorama actual de las políticas agrarias en los países en desarrollo para que los pequeños productores campesinos se inserten en el mercado a través del cooperativismo o asociatividad, pocos serán los resultados exitosos.
De hecho, es necesario cambiar de una simple visión única de producción a una visión mercantilista inclusiva para con el PPA (Pequeño Productor Agrícola), “esto implica definir previamente lo que se va a vender, los volúmenes, la cantidad del producto, el tipo de mercados a los que se va a destinar los productos, entre otros; haciendo que se requiera un nuevo tipo de profesional más formado en campos como mercadeo, manejo de la información, la gestión, y no exclusivamente la producción.”[14] Igualmente se relaciona con el apoyo a formar agro empresas o agro industrias rurales donde el PPA pueda darle un valor agregado a su producto y una marca de territorialidad.
Actualmente “aunque el desempeño de las cooperativas agrícolas es marginal en el mejor de los casos, mejorar la capacidad administrativa de una cooperativa, debería en teoría, acrecentar considerablemente su desempeño como negocio, la transferencia de tecnología a los agricultores y las habilidades de comercialización.”[15] De hecho, una vez asociados los pequeños productores campesinos y trabajando bajo la modalidad de agricultura por contrato tienen la posibilidad de acceder más fácilmente a crédito, asistencia técnica y capacitación por parte de los bancos y agro empresarios respectivamente.
Hoy en día, otro de los conceptos que se empiezan a introducir en el pequeño productor campesino, y mejor aún si éste esta asociado, es el pago por servicios ambientales (PSA) para reducir la pobreza en agro-ecosistemas rurales. Se estimula tomar esta iniciativa a través de agro ecoturismo, o mantener una reserva natural en predios cerca de los cultivos. No obstante, estos servicios “no se pueden envasar y comercializar fácilmente, y en muchos casos sus beneficios se materializan principalmente en el futuro.”[16] Entre compradores de servicios ambientales se encuentran gobiernos locales, regionales y nacionales, el Banco Mundial a través del Fondo BioCarbono, conservacionistas, empresas que manejan compensaciones, municipios, embotelladoras de agua, entre otros.
Ahora bien, uno de los pilares fundamentales para llegar a la consecución exitosa y seguimiento de convenios en agricultura por contrato y PSA es el establecimiento de programas de educación ambiental, capacitación en general, y asistencia técnica moldeables a la realidad de cada comunidad. Caso contrario, los esfuerzos establecidos para insertarlos en el mercado se diluirán con el pasar del tiempo. Como consecuencia, la transferencia de tecnología y el extensionismo agrario van de la mano de estas 2 alternativas de desarrollo e inserción del campesinado en el mercado.
En la actualidad, el Ecuador y Perú se ven afectados mayoritariamente por el excesivo e inadecuado uso de pesticidas por parte del pequeño productor-campesino, mediano productor y gran productor dentro de sus diferentes cultivos como el tomate riñón, pepinillo, pimiento, brócoli, romanesco, zanahoria, remolacha, culantro, cebolla, ajo, papa, tomate de árbol, frutillas, flores, palma, palmito, entre otros ocasionando daños a: la salud humana, los ecosistemas agrícolas, y el medio ambiente en general al no saber como y donde mezclar el producto, como esparcir de forma correcta los agroquímicos, donde depositar los envases vacíos de agroquímicos, como documentar las actividades realizadas en cada parcela o lote de terreno, entre otros. Según Orozco, en Páramo y contaminación se plantea “un gran reto tanto a nivel de la producción como a nivel de los organismos de Estado, internacionales e instancias de cooperación que trabajan con pequeños productores y productoras.… que deberían apoyarlos a mejorar sus ingresos promoviendo al mismo tiempo un manejo sustentable e integral de los ecosistemas a fin de mejorar su calidad de vida tanto en salud como económicamente.”[17]
Los beneficios de las Buenas Prácticas Agrícolas – BPA – para los agricultores y consumidores
Los agricultores y sus familias que obtengan alimentos sanos y de calidad asegurarán su nutrición y alimentación; además se generará un valor agregado en los productos para acceder de mejor forma a los mercados. Los consumidores, en cambio, que gozarán de alimentos de mejor calidad e inocuos, producidos en forma sostenible. Finalmente, la población en general vivirá en un mejor ambiente.
De la misma manera, otros beneficios son: Mejora de la condición química, física y microbiológica en el suelo para lograr un crecimiento radical vigoroso y una planta productiva; poblaciones de nematodos más bajas y estables en el tiempo, permitiendo una mayor cantidad de raíz funcional; mayor biodiversidad y regulación biológica de plagas, por la conservación de enemigos naturales; mejor aprovechamiento de los fertilizantes y plaguicidas aplicados al suelo; mitigación de la escorrentía , erosión y lavado de insumos; sistemas más sostenible, menos dependiente de insumos químicos y por lo tanto, más rentable y amigable con el ambiente y la salud humana.
Una definición, más descriptiva y explícita, hace la FAO al señalar que la adopción de BPA “consiste en la aplicación del conocimiento disponible a la utilización sostenible de los recursos naturales básicos para la producción, en forma benévola, de productos agrícolas alimentarios y no alimentarios inocuos y saludables, a la vez que se procuran la viabilidad económica y la estabilidad social.”[18]
Durante los últimos años la implementación y certificación de BPA se ha convertido en un factor determinante para lograr el acceso real a los mercados internacionales. De hecho, los comercializadores desean garantizar la inocuidad e incrementar progresivamente la confianza del consumidor sobre la calidad de los productos frescos que consumen. Es más, la aplicación de BPA se inició en el subsector de frutas y hortalizas pero se ha ido extendiendo a la producción primaria de otros productos agropecuarios tales como los granos y cereales, café, té, flores y plantas ornamentales.
Por último, es importante destacar que, las BPA son compatibles y complementarias con otros Sistemas de Gestión de Inocuidad y Seguridad Alimentaria como son las Buenas Prácticas de Manufactura BPMs, Hazard Analysis and Critical Control Points -HACCP, ISO 22000, y FSSC 22000.
Aparte de los estándares arriba citados, las BPAs también puede ser implementada en un predio agrícola junto con otras normas específicas como son Ethical Trading Initiative –ETI-, Fair Trade Labelling Organization -FLO-, RS ISO 26000, Gestión Ambiental ISO 14001, Gestión de SST ISO 45001, entre otros.
¿Qué promueven las Buenas Prácticas Agrícolas?
- Cuidado del Medio Ambiente: – No contaminar aguas y suelos; manejo racional de agroquímicos; cuidado de la Biodiversidad
- Seguridad de las personas: Mejorar las condiciones de los agricultores y agricultoras, y de los consumidores; mejorar el bienestar y la salud de la Familia y mejorar la Seguridad Alimentaria
- Inocuidad Alimentaria: Alimentos sanos, no contaminados
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Bibliografía:
[1] “El estado mundial de la agricultura y la alimentación, Pagos a los agricultores por servicios ambientales”, ColecciónFAO, Agricultura No. 38, ISSN 0251 – 1371, Roma, 2007, p. 7
[2] Manuel, Chiriboga, “Desafíos para la pequeña agricultura familiar frente a la globalización”, en op.cit, p.1.
[3] (Manuel, Chiriboga, Desafíos…p.6)
[4] Según Agrocalidad en su Resolución No.108 (Guía General de Carácter Voluntario referente a la Certificación de Buenas Prácticas Agrícolas), define a BPA como “…aquellas prácticas orientadas a la mejora de los métodos convencionales de producción y manejo en el campo, haciendo hincapié en la prevención y control de los peligros para la inocuidad del producto y reduciendo, a la vez, las repercusiones negativas de las prácticas de producción sobre el medio ambiente, la fauna, la flora y la salud de los trabajadores.’’
[5] (Manuel, Chiriboga, Desafíos…p.6)
[6] Charles, Eaton, Andrew W., Shepherd, “Contract farming partnership for growth”, FAO Agricultural Services Bulletin, 145, Roma, 2001, p.44
[7] (Charles, Eaton, Contract…, p.44)
[8] (Charles, Eaton, Contract…, p.45)
[9] Varios autores, “Mecanismos de articulación de pequeños agricultores a empresas privadas”, PPR-EP, Informe Nacional Ecuador, 2007, op.cit., p.12.
[10] (Charles, Eaton, Contract…, p.117)
[11] (Charles, Eaton, Contract…, p.117)
[12] (Charles, Eaton, Contract…, p.117)
[13] (Charles, Eaton, Contract…, p.117)
[14] (Manuel, Chiriboga, Desafíos…p.15)
[15] (Charles, Eaton, Contract…, p.45)
[16] (El estado mundial de la agricultura…p.40)
[17] Fadya, Orozco, “El cultivo de la papa y sus impactos en la salud humana, el ambiente y la producción”, en Doris Ortiz y Patricio Mena Vásconez, edits., Páramo y Contaminación, Quito, EcoCiencia, 2005, p.51.
[18] FAO, www.fao.org